Sobre este libro
Añadido a la biblioteca el 18-03-2014
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Nunca había sido infeliz; su propio carácter se lo había evitado, aun en su primer matrimonio, pero el segundo debía mostrarle qué deliciosa puede ser una mujer de buen juicio y verdaderamente amable, y debía darle la grata prueba de que era mucho mejor elegir que ser elegido, producir gratitud que sentirla.
Es una persona tan elegante que no se le pueden quitar los ojos de encima. Siempre la observo con admiración, y la compadezco con toda mi alma.
Una mujer no tiene que casarse con un hombre simplemente porque se lo pida, o porque él la quiera y sepa escribir una carta decente.
Considera en qué te metes. Quizá sea mejor refrenar tus sentimientos mientras puedas; en todo caso, no dejes que te arrastren demasiado lejos, a no ser que estés persuadida de que él te quiere. Obsérvale. Que su conducta sea la guía de tus sentimientos. Te aviso ahora, porque nunca voy a volver hablarte de ese tema
